La cuestión medioambiental no es solo un legado que el capitalismo deja, sino una de las tareas revolucionarias más importantes: socializar la producción es necesario, pero no suficiente. El movimiento obrero que se toma en serio a sí mismo, es decir, el que aspira a tomar el control de la producción (y no sólo a mendigar un reglamento legal soportable para su propia explotación), se ve obligado a reconocer que la gestión de estos problemas es parte del legado que le deja el capitalismo.
En el movimiento popular se habla mucho de que hay que organizarse; siempre con énfasis en el cuánto, en cómo conseguir que más gente se organice. Sí, queremos más organización, pero tenemos que hablar del cómo. Y del con quién, y para qué, e incluso contra qué o contra quién. En este artículo nos centraremos en la primera parte, en el cómo.
Como cada cuatro años se nos invita a reconectar con nuestra infancia. Toca hacer gala de ilusión mediante nuestra participación en la democracia regional. Nuestros Reyes Magos favoritos, Legislativo y Ejecutivo, prometen pasarse a repartir caramelos. Judicial está ocupado tramitando sus movidas; los desahucios no se convocan solos.