El pasado 2 de junio tuvo lugar en la EKO de Carabanchel un evento antirrepresivo organizado por el Sindicato de Vivienda de Carabanchel. En él, el Sindicato presentó sus reflexiones a raíz de su experiencia en la lucha por el derecho a la vivienda en los últimos años en una charla titulada «Crisis, sindicalismo y control proletario de la vivienda».
Según cuentan, estas reflexiones vienen motivadas por una oleada represiva que sufrieron el año pasado, que les hizo acumular 40000 euros en multas, y su conclusión principal es la necesidad de construir un poder independiente para acabar con el capitalismo.
El objetivo de esta crónica es presentar los puntos principales del acto y plantear algunas reflexiones al respecto.

Avances en la lucha por el derecho a la vivienda
La primera parte se centró en exponer que las crisis económicas son inherentes al capitalismo y que la pérdida de poder del proletariado en la lucha de clases trae consigo un giro autoritario del Estado. Sobre el primero punto, se menciona que el capitalismo funciona en ciclos de (a) expansión de mercados, (b) colapso de la rentabilidad y (c) destrucción de fuerzas productivas y reubicación del capital. Afirman que, en los países ricos, el capitalismo se encuentra en una crisis crónica desde la década de los 70.
A partir de aquí, señalan que esta crisis crónica, junto con la pérdida de poder del proletariado en la lucha de clases, hace que la balanza entre incluir o excluir al proletariado, entre garantizarle derechos o perseguirlo, se incline más hacia lo segundo. El giro autoritario del Estado que detectan (un aumento de la represión) es consecuencia de esto.
La segunda parte abordó la relación de la organización por el derecho a la vivienda con el Estado. Concluyen que no es efectiva la apelación al Estado mediante sus servicios de asistencia, que sólo valoran la vulnerabilidad y no la necesidad de la vivienda para desarrollar la propia vida, ni mediante la exigencia de que haya más vivienda pública. El Estado tiene una doble función: garantizar la subsistencia del proletariado y, al mismo tiempo, la ganancia capitalista, y la vivienda sólo es rentable si muchas personas se ven excluidas de ella.
Señalan también que las capas medias frenan el proceso de contestación al Estado. Frente a esto, proponen el control sindical de la vivienda y, al mismo tiempo, las limitaciones de esta estrategia: no basta con controlar más vivienda, sino que se necesita un cambio de sistema. El control sindical de la vivienda debe formar parte de una estrategia más amplia, en sus palabras, de acumulación de fuerzas y de lucha cultural.
Concluyen con las tareas pendientes y los aprendizajes recientes del Sindicato. Consideran el control sindical de la vivienda como un estadio avanzado del control proletario: el proletariado controla casas de forma individual (mediante alquiler, hipotecándose o a través de la ocupación), pero el control sindical permite la negociación colectiva. En este sentido, cuentan que les ha funcionado agrupar casos de un mismo propietario, iniciar una negociación con el Sindicato como único intermediario, hacer asambleas en el bloque aparte de la asamblea regular del Sindicato y trasladar a ésta a las personas más involucradas del bloque para que lleven el estado de su caso. Esto les permite consolidar un grupo de vecinas afín, que resista los ciclos de movilización y desmovilización.
Su objetivo es superar el individualismo y el asistencialismo en la ocupación tal y como se venía dando hasta ahora: ocupar una vivienda para una familia no sirve, es necesario ocupar casas bajo el control del sindicato y crear comunidades en lucha.
Por último, recuerdan que la lucha por la vivienda también debe ser la lucha contra el modo de producción capitalista.
Algunas valoraciones
El movimiento por el derecho a la vivienda está fragmentado y aislado desde que terminó la época de auge de las Plataformas de Afectados por la Hipoteca. Que una organización de este movimiento sostenga que el modo de producción capitalista es incompatible con la consecución de los objetivos por los que lucha y que no considera al Estado como un agente neutral que podría utilizarse para conseguirlos muestra que el Sindicato de Vivienda de Carabanchel ha superado limitaciones importantes que el movimiento arrastró durante la década pasada. El énfasis en la negociación colectiva y la politización de personas más implicadas en las comunidades en lucha también son pasos que quizá permitan superar el asistencialismo y el funcionamiento de asesoría que tienen actualmente muchas asambleas de vivienda. La negociación colectiva es, en cualquier caso, un método de lucha menos rudimentario que funcionar «caso por caso» conforme se presenta una familia u otra en la asamblea semanal.
Sobre estos dos puntos, detectamos algunas cuestiones pendientes y ausencias relevantes:
- Aunque se haya dedicado esfuerzos en caracterizar el modo de producción capitalista y relacionarlo con el problema de la vivienda, cualquiera reconocería que la superación del capitalismo se plantea todavía de forma muy abstracta. Aunque se haga mención de pasada a la estrategia (acumulación de fuerzas y lucha cultural) y en ella se muestre cierta afinidad por los planteamientos de EPS o el Movimiento Socialista en general, esta estrategia no se concreta. A nadie se le escapa que un sindicato en un barrio de Madrid, por muchas fuerzas que acumule, no es ni remotamente capaz de «superar el capitalismo».
- En esta línea, tampoco se abordó el estado general del movimiento por el derecho a la vivienda. La fragmentación del movimiento en pequeños territorios sin que exista apenas contacto entre asambleas es una limitación importante para desarrollar cualquier estrategia que aborde el problema de la vivienda a una escala superior a la del barrio.
La lucha por el derecho a la vivienda es capaz de interponerse en algunos de los aspectos más barbáricos de la cotidianidad capitalista, como son los desahucios y el hostigamiento de las organizaciones fascistas anti-okupas, y detrás de esa lucha está el esfuerzo y la represión de cientos de personas. Por eso, es tan importante celebrar los avances como señalar las tareas pendientes, pues es una responsabilidad del proletariado superar las limitaciones de sus formas de lucha y dar los pasos necesarios para acabar con el capitalismo.